
El agua de los ríos no son saladas y se conocen con el nombre de agua dulce. Por supuesto, este tipo de agua por lo común no es ni dulce ni pura, sino que es una solución de iones y moléculas disueltas. Los iones positivos más comunes en este tipo de agua son el ion de calcio, Ca²+, el ion de magnesio, Mg²+ y ion de sodio, Na+. Los iones negativos mas comunes incluyen al ion carbonato de hidrogeno (bicarbonato), HCO- y al ion sulfato, SO²-. Existen muchas otras sustancias presentes en el agua de lagos y ríos.
Puesto que el agua superficial, junto con el agua de pozos, sirve para uso de consumo públicos, se han establecido normas químicas para el agua potable.
Estas normas, junto con los reglamentos bacteriológicos, sirven como guía para mantener la seguridad en función de la salud, el color, el aspecto, el sabor y el olor del agua potable.
Fundamentalmente, el agua de los rios se contamina por culpa de la actividad humana, ya que la población va creciendo cada año, necesitando más agua, más comida, más transporte, más vestimenta, más recursos y más espacio en el que vivir.
Por todo ello, se produce la emisión de gases tóxicos, la contaminación por desechos, metales y pesticidas; la descarga de desechos químicos y material radiactivos; o bien accidentes, como los derrames de petróleo.
Eso sin contar con algunos de los principales contaminantes de los ríos, tales como: agentes infecciosos que causan trastornos gastrointestinales; aguas residuales y otros residuos que tienden a demandar oxígeno; productos químicos y nutrientes vegetales.
Por todo ello, se debe luchar por la protección de los ríos, y evidentemente contra la contaminación de los ríos. Es, sin ninguna duda, una obligación de todos.
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